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La responsabilidad del intérprete con la música chilena

Priscila Vergara | 30.10.2018

La responsabilidad del intérprete con la música chilena

La oportunidad que se me ha brindado para realizar mis estudios de magíster de interpretación en piano fuera del país ha sido una maravillosa experiencia de la cual estoy profundamente agradecida. Agradecida primero, de las enseñanzas que recibí en mi país las cuales me capacitaron para emprender este nuevo desafío, y agradecida del Gobierno de Chile que me ha otorgado una beca a través del Fondo de la Música, beca que dudaba muchísimo en poder obtenerla, ya que la línea de formación y becas comprende un presupuesto muy acotado y en el cual cada proyecto musical debe competir con otras líneas artísticas, en este panorama adjudicarse los fondos parece ser casi un milagro. Con esto no pretendo desanimar a aquellos que se encuentran postulando o tienen intenciones de postular a las becas del fondo de la música, ya que hoy en día son de las pocas ventanas que tenemos algunos para poder estudiar en el extranjero. Lo que aquí planteo es que es una tarea difícil, pero no imposible, creo que uno de los aspectos fundamentales para poder obtener los fondos son, tener muy claros los objetivos del proyecto, que estos contribuyan a mejorar o fortalecer el desarrollo artístico nacional y conseguir el apoyo de músicos académicos o de instituciones que respalden nuestra carrera y nuestro proyecto.

Con el paso del tiempo he comprendido cuán importante es interpretar una obra chilena en suelo extranjero.

Actualmente me encuentro acabando mi magíster y han transcurrido casi dos años en que dejé la vida que había construido en Chile para embarcarme en esta nueva etapa. En este tiempo me he planteado una serie de inquietudes, debo aclarar que ésta es una visión muy personal: yo no sé si será que al radicarse fuera del país el sentido patriótico florece como por arte de magia, porque la realidad es que cuando nos encontramos en Chile solemos ser muy críticos de todo y muchas veces priman los pensamientos pesimistas. Pero cuando viajamos y nos instalamos en otro lugar que muchas veces suele ser a miles de kilómetros de distancia de nuestro país, estas percepciones cambian paulatinamente. Esto no supone que ahora que nos encontramos fuera dejamos de ser conscientes de todo lo que se podría cambiar en nuestro país, pero hay algo que se activa en nosotros y que hace que nos conectemos con Chile más de lo que era cuando estábamos viviendo en él.

Claramente, el residir en el extranjero hace que mires todo con nuevas perspectivas, en mi caso en particular, me hizo reflexionar en torno a mi carrera profesional y cuán vinculada ha estado con la música docta de nuestro país. A lo largo de mi carrera como intérprete tuve contadas con los dedos de una mano la experiencia de aprender o tocar en público una obra nacional, aún así, el panorama puede llegar a ser menos alentador, donde estudiantes chilenos han pasado toda su formación de conservatorio sin tocar ninguna obra chilena. Esta lamentable realidad puede deberse a que en la actualidad las obras chilenas solo aparecen como optativas en los programas de estudios de gran parte de los conservatorios nacionales, con la excepción del Conservatorio Nacional de Música, donde una obra chilena es obligatoria.

Hacia los años 60 la realidad era otra, las obras chilenas eran de carácter obligatorio, al menos en algunos conservatorios. En el caso de la Universidad de Chile por ejemplo, las obras Cinco Doloras de Alfonso Leng y Doce Tonadas de Carácter Popular Chileno de Pedro Humberto Allende tuvieron y siguen teniendo un lugar especial. Esto ha repercutido enormemente en el canon pianístico nacional. Producto de ello, hoy en día las obras más interpretadas corresponden a estos dos compositores, sumándose a ellos el gran maestro Enrique Soro. Sin embargo, esto conlleva a que un gran número de compositores y obras queden marginadas de los programas y escenarios, y por ende, seguimos desconociendo la vasta producción de nuestros compositores. Quiero precisar que mis reflexiones han sido en torno a la literatura para piano, aunque esta realidad no es muy diferente en otros instrumentos. El único instrumento que escapa a este paradigma es la guitarra.

Retomando la idea inicial, pareciera ser que el salir del país implica un grado de compromiso mayor con nuestra cultura y que se activa casi de manera automática, ello es algo que he vivido de una manera inesperada. Al comenzar las primeras clases de piano y al escoger el repertorio, no tenía en mente ninguna obra chilena o latinoamericana, pero esta situación cambió drásticamente cuando comencé a pensar en posibles temáticas para desarrollar mi trabajo de investigación de fin de máster. Como haría cualquier chileno en el extranjero, pensaría en algún trabajo relacionado con Chile, para que fuese una investigación que motive, que sea un tema original e inédito para la comunidad, en mi caso española, y que de alguna manera sea un aporte para la comunidad chilena. De esta idea surgió el enfocarme a una investigación sobre el repertorio para piano de primera mitad del siglo XX, el cual pude defender hace unos días frente a un tribunal.

No hay nada que cause más orgullo que enseñar o contar a otra cultura algún tema referente a tu país, al menos en mi caso, ha sido una sensación muy gratificante. Quiero detenerme brevemente en este punto. En cuanto a la recepción en el medio hispano respecto de mi trabajo de investigación ha sido de un gran interés y a la vez de asombro, ya que no se esperaban que en Chile la composición haya sido tan desarrollada desde los inicios del siglo XX. En este sentido, reflexiono en el valor que supone para los intérpretes que podamos compartir nuestra historia musical con profesores y compañeros que poco o nada conocen de nuestra cultura. Algo similar sucede con la interpretación de obras chilenas. La primera vez que pude tocar una obra nacional en un escenario madrileño fue muy emocionante, tal vez haya demasiada sensiblería de mi parte, pero con el paso del tiempo he comprendido cuán importante es interpretar una obra chilena en suelo extranjero. La recepción en España ha sido fantástica con las obras nacionales y latinoamericanas, debo decir que en dos oportunidades me han pedido más información de la obra chilena e inclusive me han pedido la partitura, ¿habrá una situación más bella que esa?

A lo largo de mi investigación pude confirmar una triste realidad, y es que nuestra música sigue siendo poco difundida y mayormente interpretada por chilenos, a excepción de algunos pianistas como Svetlana Kotova y Armands Abols que le han brindado un espacio loable a nuestra música, a ellos mi más sincero reconocimiento y admiración. Por ello, debemos empezar a ser conscientes de que si nosotros, los intérpretes chilenos, no le otorgamos un espacio a la música chilena, nuestro legado seguirá siendo desconocido tanto para nosotros, que es lo más grave, como para otras culturas. Tenemos grandes referentes nacionales como Herminia Raccagni, Elvira Savi, Flora Guerra, Edith Fischer, Elma Miranda, Alfonso Montecino, Óscar Gacitúa, Arnaldo Tapia Caballero que han difundido el repertorio con gran interés en sus giras realizadas en Chile y en el extranjero y sin duda han sido tiempos de gloria para nuestra literatura. Ellos comprendieron la importancia que representa ejecutar obras de autores nacionales en otros países. Aunque en la actualidad el panorama es un tanto desfavorable para la música chilena, debemos reconocer que existen algunos intérpretes que han seguido esta tradición y lo cual es sumamente meritorio, sin embargo, aún queda muchísimo por aportar en este ámbito.

Ya queda muy poco para mi retorno, pero estos largos meses me han servido para acercarme más a mi país, a mi cultura, y a aprender a valorar lo que nuestros maestros hicieron por el crecimiento y desarrollo de las Artes. En cuanto a la interpretación, me colgaré de las palabras del incomparable pianista Óscar Gacitúa, quien en una entrevista que leí menciona que es responsabilidad nuestra interpretar a autores chilenos. Me quedo con esa palabra, interpretar una obra chilena en el extranjero debería ser entendido como una responsabilidad por todos quienes tienen la oportunidad de viajar y tocar en otros países, ya que allí se encuentra nuestro legado, historia e identidad, no en la tradición musical germana, francesa o rusa. Con esto no quiero decir que dejemos de tocar obras de compositores de la tradición académica, sólo quiero manifestar lo necesario que se hace dedicar un espacio para tocar obras chilenas.

Agradezco esta experiencia que me ha permitido comprender que la lejanía con Chile no solo puede ser territorial, la ausencia de obras chilenas en nuestro repertorio también nos aleja de nuestra tierra y cultura. A través del presente escrito dejo esta inquietud para que reflexionemos como intérpretes en cuánto estamos haciendo por contribuir a la difusión de obras nacionales y extiendo la invitación a que nos sumemos a esta noble cruzada y fomentemos más nuestro vasto patrimonio musical.

Priscila Vergara es licenciada en ciencias y artes musicales, licenciada en educación y profesora de música titulada de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Actualmente cursa estudios de máster en enseñanzas artísticas de interpretación solista, mención piano, junto al maestro Luca Chiantore en el Centro Superior de Enseñanza Musical Katarina Gurska, España. Ha realizado numerosos conciertos en Chile y Europa. En reconocimiento a su labor artística y docente, obtuvo en el año 2016 una beca otorgada por el Gobierno de Chile para realizar estudios de posgrado en el extranjero a través del Fondo de la Música.