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Opiniones y anécdotas de una flautista dulce en Europa

Carmen Troncoso | 30.04.2018

Opiniones y anécdotas de una flautista dulce en Europa

Estudiar en el extranjero es sin duda una experiencia que enriquece. No un paso obligado en la formación de un músico, sea intérprete, compositor o musicólogo - u otros - . Es una opción, una decisión personal.

Flautista Hamelin y vitral

Flautista Hamelin y vitral

Quiero comenzar por compartir un consejo que alguien me dio hace años, cuando decidí partir a Alemania a continuar estudiando luego de haber terminado mi pregrado en interpretación musical en Santiago. Decidida a realizar mi sueño de partir, me sumergí en el papeleo interminable que significa la postulación simultánea a instituciones extranjeras y a las posibles becas que financien el proyecto. Escribir tu propuesta de estudio, las razones que motivan tu interés de salir de tu país, la manera en que visualizas la experiencia y su posible aporte al Chile que dejas y al que te integrarás luego. Es agotador ese proceso, tanto, que actúa como especie de primer colador de postulantes. En el proceso de traducir los papeles al alemán, un valioso personaje apareció en el laberinto aquel, e inmutable a mi apuro me dijo: “No puedo traducir tu propuesta de estudio. Estás escribiendo lo que las bases te piden, no lo que tú realmente piensas y anhelas. Vuelve mañana a las 8 am con tu nuevo escrito y conversamos”. Les comento esto, hoy después de 20 años, porque ha sido la clave de mi futura manera de tomar decisiones y emprender nuevos proyectos, caminos, e incluso el incentivo primordial de mi carrera como intérprete.

Sentí que para seguir aprendiendo necesitaba conocer otras propuestas, distintas a las que estaba ya habituada.

Cuando pasas esta etapa, que en sí misma te enseña mucho de ti mismo y de tus capacidades, te preparas para el despegue, en todo sentido. Despedirse en el aeropuerto, subirse sola al avión, con tus flautas y miedos y tanta pero tantísima emoción. Todo eso ya te va cambiando. Te derrite y fortalece simultáneamente.

En Alemania, desde 1999 a 2002, hice un postgrado que sin duda marcó mis futuros años. Forjó una carrera de intérprete y docente que creo aportó nuevas ideas y nuevo material al ambiente ‘flautístico’ y a las carreras de pedagogía en música en las que enseñé. El entusiasmo es contagioso, y ser exigente con uno mismo es buen modelo también. En la Escuela de Música de Colonia (Musikhochschule Köln), con sede en Wuppertal y Aachen, disfruté la riqueza de la ‘accesibilidad’ a bibliotecas por sistemas de intercambio, acceso a originales, manuscritos; a constructores de instrumentos; a clases magistrales con flautistas de distintos países, a talleres diversos; a tocar junto a músicos de distintas culturas, enriqueciendo mi percepción de estilos, medios de expresión, maneras de vincularse con los repertorios y con los instrumentos. La variedad te permite explorar nuevos aspectos, ampliar tus gustos y, muy importante, respetar la diversidad. En Alemania profundicé aspectos de interpretación de música barroca, creando el Trío Arcadia, con el clavecinista ruso Alexander Puliaev y la cantante de Jordania Nadine Balbeisi.

Trío Arcadia: "Sonata Nona" de Marco Uccellini

Amplié mis conocimientos de técnica y repertorio contemporáneo, explorando elementos teatrales y obras con intercalación de textos. También realicé estudios de pedagogía y didáctica de la flauta dulce que incluían el estudio y análisis de diversos métodos alemanes y una práctica pedagógica ahondando la idea de “sonorización de cuentos y conceptos, desde la flauta dulce”, materia que luego incorporé en cátedras de flauta dulce en escuelas de pedagogía y colegios. A mi regreso a Chile realicé talleres de interpretación, encuentros con compositores para la generación de nuevo repertorio chileno, proyectos vinculando música barroca y música nueva. Mi intención era generar nuevos espacios para el desarrollo de la interpretación y la enseñanza de mi instrumento.

Como anécdota quiero contarles que un día en mi casa en la calle Sonnenblume, recibí una llamada desde Hameln (Hamelin) preguntándome si quiero trabajar como el flautista de Hamelin para tours de la ciudad. Para un flautista - dulce - ese trabajo es legendario, ¿no les parece?

Luego de muchos años de docencia principalmente en carreras de pedagogía, y de participar en conjuntos diversos de música antigua (Ensamble Terra Australis, Compañía de Céfiro, proyecto Incontri), contemporánea (Dúo Divertimento, Proyecto In-ventando), popular (con diversos cantautores chilenos), sentí que para seguir aprendiendo y profundizando aspectos que me inquietaban como intérprete, necesitaba de un marco concreto desde el cual plantearme nuevas preguntas, nuevas búsquedas, así como también conocer otras propuestas, distintas a las que estaba ya habituada. Conocer nuevas personas de contextos distintos al mío, al nuestro chileno.

Actualmente estoy en mi tercer año de estudios de doctorado en interpretación en la Universidad de York, Inglaterra. El 2015 me sumergí nuevamente en el laberinto de trámites para poder venir, pero esta vez con marido músico, el compositor chileno Carlos Zamora, quien también cursa el doctorado, y mis dos hijos. Postular esta vez fue muy distinto, ya que la decisión significaba una ‘aventura familiar’. Qué maravillosa experiencia ha sido, para los cuatro, cada uno en sus contextos personales pero también en el ámbito familiar. Lo recomiendo.

El Departamento de Música de la Universidad de York ofrece todo lo necesario para desarrollar proyectos de investigación doctoral de cualquier tipo: desde la interpretación o la composición (denominados ‘investigación desde la práctica’), desde la musicología, la etnomusicología, la electroacústica, el audiovisual, etc. Es tan importante fijarse en la infraestructura y facilidades del lugar de estudios: una biblioteca abierta las 24 hora del día en toda época del año y con servicio de intercambio bibliotecario; tres estudios de grabación excelentemente equipados; salas de concierto de distintas cualidades sonoras; salas de estudio y ensayo también abiertas las 24 horas del día. Pero sobre todo, lo más atractivo ha sido el intercambio fluido y desprejuiciado de estudiantes de todos los niveles de estudio. Pregrado, postgrado e incluso los profesores, se relacionan de manera frontal, respetuosa, colaborativa. El sistema de estudios en base a proyectos genera una atmósfera de motivación generalizada, irradia una energía vibrante. Habiendo distintas disciplinas musicales conviviendo, es posible generar proyectos combinando habilidades y competencias muy diversas, lo que ayuda a enriquecer tu exploración y ampliar las búsquedas. La multiculturalidad es también enriquecedora. Una de las obras que generé en este contexto es Recordari, junto al compositor Desmond Clarke, con música nueva para mi flauta electroacústica y superposición de repertorios de distintas épocas, con distintos modelos de flautas. Puede escucharse en el podcast de la entrevista que di en Radio Beethoven este mes, en mi visita a Chile.

El pasado año 2017 participé en la ópera “Women at Point Zero”, estrenada en el Festival Shubbak en Londres. La ópera, basada en la historia real del encuentro entre la escritora Nawal el Saadawi con la mujer Firdaus, prostituta sentenciada a muerte en una prisión en el Cairo, trata sobre la opresión femenina en Egipto, incluyendo el atroz procedimiento del FGM (mutilación de los genitales femeninos). El elenco de músicos estuvo constituido principalmente por intérpretes de instrumentos de vientos de distintas culturas, junto a la directora del proyecto, una cantante alemana-egipcia, también estudiante de doctorado en interpretación en York, y un acordeonista serbio. Cuándo iba a imaginar que mis flautas dulces pudieran estar en un proyecto de ese tipo, interactuando con esos instrumentos e intérpretes de Corea, Japón, Siria, Armenia, y otras culturas representadas. Los ensayos o residencias fueron en el Royal Opera House en Londres, un ambiente interesantísimo con espacios espectaculares; en Aldeburgh, que posee un famoso centro musical fundado por Benjamin Britten en 1948; y en distintas locaciones londinenses incluyendo escuelas de danza, galerías e iglesias. Desde todo punto de vista una experiencia única en la mi rol de flautista. La interacción con esos sonidos extranjeros y la temática de denuncia de maltrato a la mujer me hizo sentir los sonidos de las flautas y de mi voz de músico de manera muy intensa y profunda tanto desde lo puramente musical como también desde lo emocional.

Tener un tema específico de investigación moldea significativamente las experiencias durante los años que dura el proceso de estudio doctoral. En mi caso, yo he estado desarrollando mis proyectos de interpretación (conciertos, videos, CDs) abordando el tema de la selección de instrumentos - flautas dulces en mi caso - para enfrentar repertorio de distintas épocas y estilos, pero sobretodo en la creación de nuevos repertorios o nuevas formas de hacer música para flautas dulces. He trabajado en talleres con constructores de flautas en Inglaterra, Francia y Alemania; he conocido y adquirido modelos de flautas dulces a los que he incorporado sistemas electro acústicos; he comprendido la importancia de distinguir distintos tipos de colaboraciones, como un aspecto primordial en el desarrollo de mi investigación; he explorado maneras de enfatizar y destacar cómo determinados modelos de instrumentos influyen, inspiran y determinan una obra artística, sea ésta un nuevo repertorio, una pieza electroacústica, un poema sonoro, una obra audiovisual, una propuesta narrativo-musical, un póster académico o una instalación. Mi tema, como dije al comienzo, sigue enfocándose en el tema de ‘elegir’, tomar una decisión. Creo que el proceso de escoger tu instrumento envuelve mucho más que el gusto particular de un sonido, de una cualidad sonora. El instrumento en sí mismo acarrea una expresión ‘personal’ única, que puede manifestarse de manera muy expresiva y significativa en cualquier propuesta artística. Esa es mi percepción y lo que he estado indagando.

Cierro con una última anécdota que, como flautista dulce, volvió a sorprenderme, como la llamada de Hamelin: En abril de este año 2018, a dos días antes de ir por primera vez de visita a Chile en tres años, tuve el placer y honor de tocar en la iglesia de Saint George, en Hanover Square, Londres, lugar donde trabajó y asistió a misa hasta sus últimos días George Friederick Haendel. También visité su casa en 25 de Brook-street, ‘a la vuelta’ de la iglesia, donde escribió el Mesías. El motivo del concierto fue la conmemoración de los 250 años de la muerte y funeral del escritor Laurence Sterne (1713- 1768) - ‘inventor de la novela moderna’ dicen algunos - en St George, Hanover Square. El nombre del evento, apoyado por el Consejo de las Artes de Inglaterra, fue “Where genius, wit, and humour sleep with Sterne?”. Uno de los personajes de Sterne es María, quien tocaba sus vísperas cada día, melancólica e inquietamente, con su flauta, junto a una pequeña cabrita. Una imagen que fue citada y representada en numerosos cuadros, en los que se han pintado distintos tipos de flautas.

María, de Laurence Sterne

María, de Laurence Sterne

Fue encargada, para la ocasión, una nueva obra musical para flauta dulce sola: “Vespers” de James Cave, que interpreté personificando a María en un evento que incluía la lectura de pasajes del autor y la participación de David Owen Norris, organista, Susanne Heinrich, violista da gamba, y del Hilliard Ensemble, un cuarteto vocal inglés, una leyenda… ¿Cómo expresar la emoción que producen estas aventuras musicales?

Mis próximas exploraciones acá ‘al otro lado del charco’ incluyen nuevo repertorio para distintas combinaciones de flautas dobles, colaborando con Guillermo Eisner, y repertorio solo y con orquesta para mi flauta Paetzold electroacústica, colaborando con Carlos Zamora; la organización de un ciclo denominado "Música y texto" que incluye obras para flauta dulce de compositores ingleses escrita en el marco de mi doctorado; grabaciones de audio, filmaciones, y participación en conferencias.

Son estas experiencias las que llenan nuestras maletas al momento de volver a Chile y emprender nueva vida. Pero la reinserción es para analizarla otro día. Por ahora, la misión es terminar el doctorado y darle vida a mis flautas queridas.

Carmen Troncoso es una flautista dulce chilena de larga trayectoria docente y con una variada colección de registros discográficos. Con las becas “Presidente de la República” y DAAD (Servicio de intercambio académico alemán) realiza estudios de postgrado en la Musikhochschule Köln, titulándose el 2002 con distinción máxima. El año 2015 recibe la beca Conicyt para realizar su doctorado en interpretación (PhD in performance) en York, UK, donde reside actualmente. Desarrolla proyectos de interpretación explorando las variables que influyen al intérprete -flautista- durante el proceso de elegir su/sus instrumentos. Su propuesta incluye trabajo con luthiers e investigación de diversas fuentes.